Tratando de exponerme a la cultura humana me fije la meta de analizar, ver y oír toda idea, creación o contenido que sea muy valorada por críticos y expertos actuales pertenecientes a las áreas específicas de susodicha creación o idea.
En este maravilloso experimento de deleite cultural me expuse a todo un rango de obras y he observado qué hay un patrón interesante. Cada creación contiene varios ladrillos pertenecientes a otra Creación anterior.
A esto se le llama construcción epistemológica. Que en resumen es la idea de que todo conocimiento es fruto de una construcción histórica.
Si se presta atención se puede observar en una creación o idea actual la influencia de una creación anterior.
Esto me llevo a descubrir que el plagio es una constante en toda obra humana. Nadie es enteramente original si no que más bien todos obtienen su obra en base a una o a un conjunto de obras anteriores.
Nadie es lo suficientemente inteligente para partir de cero, como dio a entender newton: ser grande es fruto de pararse sobre los hombros de gigantes. Ojo que a su vez los gigantes también se pararon en hombros de otros gigantes. Esta sucesión nos dirigiría hasta el mismísimo nacimiento de nuestra especie.
Pues la la construcción epistemológica como la evolución darwinista comparte el método de “utilidad probada” donde solo aquello que es bueno sigue siendo utilizado y por tal sobrevive. Las obras útiles son las que encuentran artesanos y practicantes. Y Aquellas ideas que no encuentran repetidores mueren.
La construcción epistemológica es tal que puedo decir sin lugar a dudas que cada artículo escrito no es más que una malteada de diferentes ideas tomadas de por aquí y por allá. Nada nuevo.