Mientras estaba en una villa celebrando la navidad con mi familia, decidimos abrir uno de los regalos prematuramente y jugar un monopoly perteneciente a mi hermano. Como era nuestra primera vez jugando no seguimos al pie de la letra las reglas del Monopoly. Para empezar el banco éramos todos, cada quien compraba lo que sea con dinero prestado del banco y si caíamos en la cárcel nadie obligaba a nadie a que se quedara allí por 3 turnos como es la regla, en fin todos éramos un gran equipo.
Mis primos al vernos entretenidos quisieron jugar también, pero ya el juego había iniciado y todos los jugadores estábamos sentados en una gran pila de dinero como para abandonarla además el banco tenía aún lo Suficiente para repartirles. Mis primos demandaron que iniciáramos de nuevo a lo que todos los jugadores nos negamos, mis primos viendo que éramos más y solo había un juego de monopoly cedieron y empezaron a jugar con nosotros.
Ya que éramos muchos tan pronto comenzamos a jugar las reglas se empezaron a aplicar como se debía. Debo de reconocer que fue cuando ellos entraron que me empecé a divertir más pues aunque me tocaba de vez en cuando perder algo de mi dinero tenía tanto que no tardaba en remontar.
Los demás específicamente los más nuevos no se sentían cómodos jugando ya, veían cierta futilidad en todo lo que hacían, con miedo de que su enojo creciera y se marcharan acabando así el juego, los más exitosos instintivamente decidimos prestarle dinero a los nuevos sin intereses para que continuaran. Aunque ellos no parecían disfrutar del juego de mesa aceptaron e incluso le echaron más ganas porque por alguna extraña razón querían demostrarnos que si podían.
Su esfuerzo intenso no persevero por más que cayeran en diferentes posiciones no podían hacer dinero real ni siquiera pagar sus préstamos, estaban al punto de no querer jugar más. Dado que era objetivamente cierto que la mayoría del tablero ya tenía dueño (nosotros), mi hermano propuso que se podía subdividir nuestras propiedades a un precio que refleje su potencial a largo plazo y además permitirles a los demás crear dentro de nuestras propiedades algunas ideas propias pagándonos una renta por ello.
Sorprendentemente algunos parecían ir triunfando y es que técnicamente éramos nuevamente todos socios. Aunque no del mismo grado, lo que ganábamos nosotros era siempre varias veces más que lo que ellos generaban pero aún así la diversión continuó. Tanto así que nuestros tíos lo notaron y ahora querían jugar también. Nuevamente demandaron iniciar el juego desde cero y nuevamente todos nos negamos.
El juego con nuestros tíos, le dio una nueva chispa de entretenimiento todos los que estábamos disfrutamos viéndoles, dado que los tratos y subdivisión de las propiedades seguían vigentes ellos también ganaron algo de dinero y entretenimiento.
El juego prosiguió alegremente hasta que mi sobrino vino con un nuevo juego, ni bien recuerdo el nombre pero nadie quiso Jugar, no se veía muy feliz jugando solo y tal vez por eso su hermano le Acompaño y fingió por momentos disfrutar mientras jugaba a ver si lograba engañar a alguien de los que jugaban monopoly. Lamentablemente para ellos no fue así y ellos terminaron queriendo jugar con nosotros.