Existe una falsa creencia de que los políticos pueden hacer milagros de que a base de apretones de manos y tratos institucionales el país cambiará.
La verdad es que el país no cambia ni cambiará por una persona, el país cambia por las decisiones y comportamientos que las personas en ese país toman diariamente. La suma de todo lo que pasa en un país es consecuencia directa del estado del país en ese momento.
Es difícil aceptar una realidad amarga pero de cosas buenas no salen cosas malas y las cosas malas no nacen de la nada. Si hay algo mal en un país es por que la gente de ese país está haciéndolo mal. Tenemos el país y los políticos que nos merecemos.