El cumpleaños de Carlitos se celebraba en la villa de la playa de la familia, sus primitos y amiguitos jugaban juegos al aire libre mientras que los padres estaban sentados en mecedoras charlando y observando con adoración a sus hijitos jugar.
Los padres de Carlitos recibieron muchos cumplidos por la organización del cumpleaños. Las innumerables fotos inmortalizadas por el tío de Carlitos, que hizo de camarógrafo, atestiguan la perfección del día: niños riendo, padres abrazando a sus pequeños y una decoración exquisita.
Casi al terminar el cumpleaños, la madre de Carlitos trajo de sorpresa una gran piñata. Los niños dejaron todo lo que tenían en mano y corrieron al centro del patio anonadados por la magnitud de la piñata.
Carlitos que apenas podía sostener bien el bate estaba sonrojado por ver la atención de sus allegados. El primer golpe a la piñata no tuvo la suficiente fuerza, pero el segundo causó una explosión de dulces en el centro del patio. Todos los niños se lanzaron a coger todos los dulces que podían. La alegria de los niños paso rápidamente a miedo de quedarse sin tantos dulces y de miedo pasó abruptamente a enojo cuando algunos obtuvieron los mejores dulces. La inocencia había desaparecido.
Las adorables caras se convertían en furiosas rojas caras, las carcajadas en llantos y la amistad en enemistad. Los padres tuvieron que intervenir para evitar que sus hijos se pelearan. Muchos fueron los que regañaron a sus hijos por la falta de educación, gratitud y de autocontrol que tuvieron con sus allegados por unos dulcecitos, exigiendo que sus hijos pidieran perdón. Para la satisfacción de todos, el suceso no duró más de 3 minutos y no representó un obstáculo mayor para el éxito del cumpleaños.
Al terminar el evento todos regresaron felices a sus hogares. Poco sabia la familia de Carlitos que ese sería el último momento feliz que tendrían juntos pues poco después murió el querido abuelo de Carlitos dejando un vacío en los corazones de todos sus miembros.
Pasado el luto por la muerte del soporte familiar, el abogado de la familia procedio a repartir la herencia según la ley a todos sus hijos, pero ninguno estuvo conforme con el proceso. El abuelo había hecho algunos regalos en vida que había modificado la magnitud de lo que había por repartir dejando a algunos con más y a otros con menos, ademas el valor monetario o sentimental de algún bien era mayor que el mismo bien dado a otro, algunos se sentían más merecedores porque siempre se habían hecho cargo de los bienes del abuelo mientras que otros no y todo esto creo un enredo que causó la turbación de la armonía y el ennegrecimiento de la hermandad.
Pasaron muchos años para que los tribunales decidieran sobre el asunto. Tantos que el próximo cumpleaños que Carlos pudo celebrar a lo grande fue el que lo hacía ya un hombre, ocasión que aprovechó para invitar nuevamente a la casa de la playa a sus queridos allegados.