El día de hoy estuve pensando en todas las posibilidades que tengo dada mi gran capacidad y mi juventud.
Me pregunté entonces cómo se sentiría mi yo de los 18 años al saber su futuro? Y la respuesta no fue buena.
Recuerdo haber tenido metas ambiciosas que no he cumplido y recuerdo considerar una persona de mi edad actual un viejo… lo interesante es que hoy día no me siento viejo es más me siento en mi mejor momento y con muchas posibilidades: Viendo el futuro con optimismo, ambición y confianza cómo a los 18 años.
Al igual que hace 10 años pienso que si en ese lapso de tiempo no estoy en X posición en la vida he sido un fracaso. Hace una decada tenía grandes esperanzas con respecto a donde estaría ahora y actualmente no me encuentro en esa posición pero aún así no me siento un fracaso y estoy contento. Sospecho que dentro de 10 años no estaré en donde hoy me propongo estar pero igualmente me sentiré joven, con gran capacidad y ambición. Repitiéndose cada diez años este fenómeno hasta que sea llamado Don y me ayuden a cruzar la calle, momento en el que mi sabiduría servirá para algo y me hará conciliar mi autoestima con la realidad de mi fracaso, culpando a la suerte y falleciendo feliz.
Creo que con la edad perdemos el sentido de emergencia. Haber vivido mucho hace que sintamos menos necesidad por la inmediatez. Nos acostumbramos más a los procesos poniéndonos en las filas imaginarias de la vida esperando nuestro momento. Nuestra inteligencia nos sirve para justificarnos y sentirnos felices: un fracaso no es un fracaso presente es un obstáculo temporal fruto del desenlace natural más óptimo de la mejor persona en tu situación determinada.