Las adversidades son situaciones desafortunadas e indeseables que nos ocurren. Son sinónimo de mala suerte y son unanimidad consideradas malas. Creo que un cambio de perspectiva puede servirnos para abrazar estas situaciones y aprovecharlas.
Las cosas malas que nos pasan deben de resultarnos indiferentes, ya que son en principio un hecho pasado que descansa en “lo sucedido” por tanto en lo inaccesible, lo que ya no se puede controlar. ¿De que nos sirve preocuparnos por algo que no se puede cambiar?
Las cosas malas son una oportunidad para crecer, sobresalir y ser más fuertes. Si un héroe no se hubiese enfrentado a situaciones adversas no hubiese sido un héroe. Nadie recuerda a quien la tuvo fácil, por ejemplo aquel que sin tener brazos toca guitarra es más notorio que el que teniendo ambos brazos toca la guitarra.
Quien no se expone a las adversidades es irónicamente más frágil, el no recibir los golpes de la vida los suaviza y al momento en el que la vida les otorgue el primer puñetazo no lo soportarán mientras que el que regularmente recibe uno que otro golpe de la vida está más endurecido y mejor preparado para recibir un gran golpe.
Superar adversidades es satisfactorio, el ser humano necesita de las adversidades para saciar su necesidad de crecimiento. El no tener obstáculos que superar y tenerlo todo nos impide alcanzar nuestro potencial y sentirnos realizados.
Las adversidades son un regalo.