El día de ayer tuve sentimientos encontrados con un anuncio que hizo el presidente de mi país. Informo que ya no se necesitarán las mascarillas para circular por la sociedad ni se requerirá la presentación de la tarjeta de vacunación para la entrada en lugares públicos. Medidas que servían para obligar( de manera blanda) metas “sanitarias”.
Esta noticia llegó a donde mi cómo todas las demás por medio de amigos, conocidos y familiares. Por un lado me sentí bien porque por fin se retomaba el camino de la Republica y de la libertad. Pero por otro lado me sentí mal porque todos estaban celebrando como si se tratara de un premio del presidente a nosotros por ser buenos muchachos. Me asqueo la realidad de que todo lo que pasó, no fue un sueño y de que volverá a pasar. Pues aún después de que hace menos de 100 años los gobernantes de Alemania y la URSS justificaron genocidios con el fin del bien de la mayoría tan solo hasta ayer se repetía día tras día la violacion “justificada” de derechos básicos por una masa amorfa llamada sociedad.
Me llamo la atención oir que el presidente tomó partido sobre las libertades individuales del dominicano al decir algo como “es responsabilidad de todos cuidarse” aún cuando llevaba toda su presidencia siendo un intervencionista. No me sorprendió tanto ver cómo las personas se pasaban a ese pensamiento, los que en su momento vieron mis escritos pro-libertad como irracionales hoy lo profesaban. Pero Es entendible por el estrés al que en su momento fueron sometidos mis conciudadanos, bombardeos mediáticos diarios y desde todas partes diseñados con el único fin de implantar el miedo y así justificar políticas anti democráticas. Al final El miedo es la hornilla de la estufa que el chef presidente usa para cocinar al gusto el plato de sus clientes. Sus clientes no somos nosotros, no te confundas ni por un momento, ese plato hizo a la elite aún más poderosa (farmacéutica, retail, markets)
Los grandes perdedores son los niños que no pueden hablarte a la cara sin taparse la boca por la desconfianza de no tener mascarilla. Ellos que han crecido con una educación acéfala digital, y una sociedad que atropella derechos. Sin dudas una generación que estará más abierta a las políticas intervencionistas que se vienen.
El sector público está lleno de aduladores, que dicen lo que el pueblo quiere oír. No son personas de bien son bocinas.
El que realmente ama a su pueblo, no dicta lo que se quiere oír, cambiando como un camaleón de bando según las macrotendencias, Sino que es una persona de convicción que en base a sus principios toma decisiones previsibles. No hay nada peor que una persona que se desdice.
Votar por un político hoy. Es votar por nadie. Pues estos son nada, son viento, van de un lado a otro según la conveniencia electoral. Conveniencia que puede en ocasiones ser fabricada “on demmand”.
El buen político es cómo el buen amigo. No se para a decirte lo que quieres oír, te dice lo que tienes que oír aunque duela.
Es más peligroso tener un partido sin lineamientos, que se desdice y que va de aquí para allá, que un partido extremo pues este último aunque pueda parecer más estricto sabemos lo que tendremos cuando votamos por él, aquellos no se sabe lo que haran, como buen dominicano nos vienen con un salta para atrás.