Mientras más me adentro en los libros clásicos más me convenzo de la tautología de los libros y artículos de divulgación de hoy.
Los autores de hoy traducen trabajos difíciles de comprender de ayer y les aplican ejemplos actuales para luego publicarlos con su nombre. Son muy pocas las ideas que son originales o que le aportan algo nuevo a una idea preexistente.
Creo que se ha perdido el respeto a la publicación. Hoy más que nunca se publican libros nuevos, libros que no aportan nada a la conversación, libros emblema que les sirven mas a sus autores para ostentar su pecho que a sus lectores. Esto es un problema pues la bulla estorba al lector y le impide llegar a las pepitas de oro que están por ahí. Si no vas a mejorar el silencio ¿para que hablar?
Los lectores cada vez más son dependientes de listas como la del New York Best seller List que perpetúan la misma clase de libros y valores que van con sus ideales.
Creo que un libro puede ser lo mejor y también lo peor. Es una exquisitez pasar páginas cuando estamos frente a una obra pensada para entregar valor pero es una pesadilla cuando es una que nada aporta.
El lector de un mal libro es un soñador decepcionado pues confío en el autor al comprar el libro e iniciar su lectura, aún con las pruebas de que es un mal libro en las narices reniega su decepción y prefiere seguir leyendo con la esperanza de que el libro hará un giro y terminara bien.
Estoy convencido que Bajo la caja en la que estamos sumergidos hay pocos espacios sin descubrir y es por ello que veo tanto de lo mismo, debemos de salir de esa caja y atrevernos a ver las cosas diferentes.