Haciendo la reflexión de hoy me lleve una sorpresa. El modo de escribir estas líneas es a través del análisis y el releer. Luego de terminado el artículo se lo mando a una amistad para que lo lea. Hoy fue distinto y Esta persona me dijo que en varias ocasiones por poner la palabra “racista” puse “taxista”. Aunque la ortografía nunca ha sido mi fuerte. Me sorprendí porque es un error conceptual grave, no tarde mucho para deducir que mi error no vino de mi escritura sino del auto corrector del celular quien automáticamente me cambió la palabra.
Pero lo que me llamo la atención fue el hecho de que aun habiéndolo trabajado y releído varías veces nunca me percaté de tan flagrante error.
Creo que esto se debió a mi seguridad en mis habilidades, no cabía en mi cabeza que pudiese cometer estos errores. Estar seguro de algo te hace ciego ante ese algo. Es una especie de ceguera cerebral que aún teniendo frente a tus ojos la verdad no te permite verla.
No vemos pruebas de cosas que realmente no sospechamos porque la tenemos como certezas. Esto se puede extrapolar a muchas otras áreas: en el trabajo, una relación, una investigación y más. Al final siempre es igual tenemos un resultado satisfactorio pero erróneo.
La duda es la piedra angular de la maestría sin ella nunca habrá aprendizaje. Debemos de forzarnos por falsear nuestras creencias así notaremos presupuestos erróneos.