Es tendencia en la academia y literatura de no-ficción aconsejar en ponerse en los zapatos del otro para obtener un trato ganar-ganar. Entendiendo ganar-ganar como un acuerdo o negocio donde todos los participantes salen ganando.
En una conversación, negociación, contrato, interacción o dinámica empresarial se nos insta a ser empaticos conociendo las metas e intereses de la contraparte, aún cuando este no nos la dice, a fin de encontrar el trato ganar-ganar. Para ello podemos usar preguntas claves, el subtexto o la lógica.
El ganar-ganar es una farsa porque todo trato, negociación o acuerdo que se consigue es por definición un acuerdo ganar-ganar. Si una persona sabe con seguridad que va a perder no lo haría en primer lugar y si lo hace es porque está siendo sujeto de un constreñimiento como la violencia (le obligan) o sufre de un error de conocimiento lo que invalida el acuerdo. Todo lo que se da u otorga es voluntario y nace del beneficio.
Aún así vendría bien ponerse en los zapatos del otro? No. Cualquier interacción donde hay un intercambio de valores o se busca obtener algo, preocuparse por lo que quiere el otro es una pérdida de tiempo. Lo importante es transmitir de la manera más entendible posible lo que ambicionas. Que si tú tienes algo que la otra parte quiere, habrá intercambio.
Para que una persona te de un bien debe de saber que anhelas y para ello lo primordial es saber que uno realmente quiere. Más que pensar en el otro hay que conocerse uno mismo. En vez de imaginarme que es lo que el otro necesita, inventarme preguntas creativas para obtener respuestas abiertas y/o investigarlo lo importante es expresar que deseas. Si aquel está dispuesto a ceder ya te dejará saber él que necesita para dártelo.
El egoísmo de cada parte de buscar su propio ganar es lo que asegura un trato ganar-ganar. Si ambas partes dicen lo que quieren y son egoístas (no pensando en el otro) solo en sí mismos lo que tendremos como resultado es un acuerdo ganar-ganar.
Si utilizamos nuestra energía pensando en el otro haremos pedimentos que no queremos ni nos benefician del todo para hacer el acuerdo más “atractivo” a la otra parte m. Este Frankenstein es una mezcla de intereses míos, los intereses que me imaginé del otro (que pueden o no pueden ser ciertos) los del otro y los intereses que él se imaginó que quiero. Está situación enreda el negocio y lo entorpece.
No busques ganar-ganar. Busca ganar.