El día de hoy me encontraba con un amigo en la calle charlando cuando un sonido de sirena cada vez más fuerte nos obligó a callarnos. Se trataba de una ambulancia que al doblar a toda velocidad por nuestra calle nos llamó la atención.
Para la sorpresa de mi amigo el vehículo tenía impreso en el bonete la palabra “ambulancia” al revés. Por lo que aprovechando el silencio al reducirse el sonido de la sirena declaró que las personas son muy estupidas y que por eso este país está como está. Antes de que le interrumpiera prosiguió con una fuerte y larga crítica al sistema por lo que decidí que era mejor no decirle que él estaba equivocado y que ese letrero al revés tenía su razón de ser: para que los vehículos de adelante leyeran “ambulancia” derecho a través del retrovisor y así cedieran el paso.
Mi amigo es muy inteligente, creo que crítico con tanta fuerza porque pensó que tenía toda la razón de su parte obviamente pero la verdad es que desconocía un dato clave. Muchas veces criticamos un hecho o persona, por la obviedad de la decisión correcta desde nuestra perspectiva pero un dato silencioso destruye por completo todo nuestro argumento y no nos enteramos. La obviedad misma de la estupidez en una conducta, decisión, hecho o situación ya sugiere que existe un dato clave que desconocemos.
Las personas si bien pueden no ser todas las más preparadas e inteligentes no es verdad que como el elitismo nos quiere a veces hacer pensar que solo nosotros tenemos las respuestas correctas y que el otro no sabe que es lo que más le conviene. Todos somos igualmente inteligentes (no hay una diferencia como la del mono y el humano entre personas) y nadie mete la mano en el fuego de la estufa dos veces. Es por ello que debemos de tener la humildad mental de saber que cada persona puede y va a tomar las decisiones correctas en lo que le afecta.