No todo lo bueno es bienvenido en todas las personas. Por paradójico que parezca darle lo bueno a alguien puede no verse como un regalo, sino cómo un mal o indiferencia, como el que le da a un desinteresado una roca del suelo.
Así como no puedo darte la fórmula algebraica más útil y fácil sin que sepas sumar o álgebra básica tampoco puedo darte algo bueno si aún no tienes los presupuestos necesarios para recibirlo. Para tener el placer de dar se necesita de un aprendiz que con placer lo reciba. No puedes jugar tenis con quien no sabe aún agarrar la raqueta.
Aunque lo bueno desemboca en felicidad si no sabes que es bueno y que no, como usaras lo que se te dio para ser feliz? Es por ello qué hay que ajustarse al discernimiento de quien oye o recibe pues no se puede dar instrucciones del tercer piso a quien a penas va por el primero.
No por ello debemos de ignorar a quien aún no tiene los presupuestos necesarios para recibir el bien sino qué hay que guiarle paso a paso para que vaya llegando y en su momento reciba el regalo.