El club de Berlín2 minutos de lectura

Iba turisteando por las calles de Berlín cuando me topé con una gran fila a las afueras de un dance club, curioso decidí investigar de que se trataba.

Según me dijeron este era uno de los clubs más famosos de toda Alemania, un lugar donde se respiraba libertad, donde todo era posible, donde al entrar por sus puertas entrabas a un nuevo mundo, un mundo open mind de diversión. Estas descripciones exacerbaron mi curiosidad de aventurero aún más y me animaron a hacer la fila pero sin mucho vacilar las personas que me describieron el club, me lo impidieron. Me ahorraron la pérdida de tiempo y el mal gusto de ser rechazado en la puerta.

Sucede que si no vas mostrando tu piel exageradamente, con ropa de un fetichismo extraño o satanico no podrás entrar por no cumplir el dress code. Esto terminó prematuramente mi empresa de disfrutar del club.

En mi caminata hacia otro bar no pude evitar pensar en que aveces aquellos que sostienen la bandera de tolerantes, de libres, de open mind son paradójicamente los que menos lo son. Al rechazar personas de otro expectro o diferentes están entrando por la puerta de atrás de la casa de la intolerancia que ellos mismos detestan. Están siendo elitistas, juzgando un libro por su portada y discriminando en base a ello. Un sin sentido hipócrita.

Pienso que si un lugar es zona libre de juicio debe de serlo completamente, dejando entrar personas de todos los espectros y siendo realmente un lugar de libertad. Aquellos que no van con la mentalidad adecuada que predica el concepto de esta discoteca no durarán mucho dentro pues no es un lugar para ellos, pero incluso un Don de camisa de cuadros puede divertirse con más libertad, tolerancia y abertura que alguien con ropa de sadomasoquista pues la portada no dictamina el interior del libro, haciendo esto este club sería al menos un lugar que ejerce lo que predica. Un lugar open mind donde todos se entregan al disfrute.

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