Dios tiene sus hijos favoritos3 minutos de lectura

Algunas personas nacen con diferentes dones, características y talentos que las diferencian de las demás, favoreciéndoles en su vida. Puede que sean más altas, de mejor voz o más bellos, en fin características que recaen en las fronteras de lo dado o heredado y no lo trabajado que permiten afirmar que estas personas nacen con ventajas injustas.

El día de hoy me tope con un ensayo científico que afirmaba que la inteligencia es otra característica heredada así como la belleza: es genética y poco modificable a lo largo de la vida. Este estudio planteó dos puntos inimaginables para mi: Si posees una ventaja mental a los 8 años (heredada) la mantendrás por el resto de tu vida y tendrás más éxito con respecto a los menos inteligentes* (según el IQ) y que la raza está correlacionada con mayor o menor inteligencia en las personas.

Esto resultó ser muy duro para mi por lo mucho que le dedico a prepararme. Bajo las ideas de que con trabajo duro todo se puede y lo dicho por Lincoln “de tener 6 horas para tumbar árboles, pasaría 4horas afilando la hacha”me sumergí en un desarrollo personal intensivo que hoy parece haber sido en vano.

Ya me lo sospechaba con respecto al talento físico, uno de mis fuertes, veía personas con aspiraciones deportivas profesionales, lejos de mi nivel, entusiasmadas con la idea de que podrán algún día cumplir sus sueños pero lamentablemente su futuro ,aunque mi corazón nunca me permitió decírselo, estuvo siempre en otra actividad. Tal vez fue mi falta de inteligencia lo que impidió que me diera cuenta y extrapolara esa misma situación deportiva a lo académico.

Partiendo de las ideas de este estudio podemos ver cómo el mundo occidental está basado en una premisa fantaseosa de que podrás ser quien quieras ser si así te lo propones, cuando la verdad es que tenemos límites biológicos. Esa creencia implantada en nosotros de que podremos ser por ejemplo un “Einstein” además de derivar en insatisfacción es una idea que trata de promover un esquema capitalista que mantenga el orden del mundo.

Este estudio no tiene que ser tan frustrante para ti como para mi fue el leerlo. Tal vez es más una liberación que un castigo. Si mi compañero de entrenamiento supiera de entrada que no va a llegar a ser profesional, disfrutaría más el deporte y quizás se diera más libertades que le permitirían ser más feliz.

La sociedad debe de abrazar este estudio no como justificativo de racismo sino cómo un justificativo para un desmonte de la meritocracia o del reconocimiento por características heredadas. Quizás reemplazándola con la toma de decisiones morales como pilar para la distinción o acabando de una vez por toda con la idea de reconocimiento o diferenciación.

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