El decir es concretización de lo abstracto. Es la transformación de una idea en una realidad. Voz, texto y señas son formas de “decir” que transforman la realidad expresando una idea. El decir presupone un remitente, si no no es decir es pensar.
Todo decir tiene un fin aparente sea entretener, informar, mandar, comunicar, ect pero todos en su base son deseos cuya piedra angular es el placer o la búsqueda del placer.
La capacidad de decir es capacidad de poder, esto porque el “decir” es “poder”. Al decir siempre buscamos nuestro placer y ese decir parte de la necesidad de otra persona que lo escuche o capte. Es un “poder” de interferir en el mundo del remitente en nuestro beneficio. Es hacer al remitente consciente de algo que puede o no saber pero que necesitamos que sepa para nuestro placer. El decir es entonces un virus que contagia al remitente de patogenos del emisor y que puede o no mutarlo.
El decir es a veces una especie de aseguradora de un resultado. Si se quiere X se dice X y hace más posible que nuestro remitente haga X. Un seguro que viene con un costo y que lo convierte en un arma de doble filo.
Al decir algo con alguna expectativa se está impidiendo que se satisfaga un deseo de manera integral e intencionada. Esto porque aunque se logre el Objetivo buscado con el decir, se le quita autoría al ejecutante de la acción pues su autoría está manchada de involuntariedad cuando quizás se hizo o se hubiera hecho con voluntad. El dulce de una acción gratificante radica en que su autor lo hizo con intención. Cuando una persona dice que no le gusta las infedilidades y se lo recalca a su pareja antes de salir le esta quitando autoría en el resultado por lo que cuando esa noche sale con sus amigas y no le es infiel le quita el dulce.
Cuando se dice algo se pierde la oportunidad de ver la sucesión de acontecimientos normal. Pues el remitente ha sido contagiado con el decir del emisor. Una oportunidad perdida que impide un feedback descontaminado que revele data o hechos importantes.
Además el simple hecho de decir contamina el ambiente. Un hecho contraproducente que expone un punto que pudo no haber estado en la mente de nadie pero que ahora sin dudas está. El decir en una biblioteca “silencio por favor” O el decir del letrero que reza “no letreros en esta área”. representan ejemplos de un decir ruidoso que es contraproducente pues transgrede el mandato.