Nada es gratis, todo viene a costa de algo. Para recibir hay que dar y eso que se da se pierde. Todo lo que tenemos es producto de un intercambio tácito entre dos componentes de la vida cada componente tiene sus ventajas y sus desventajas tanto lo que se da como lo que se recibe.
Cuando vemos por ejemplo a un millonario vemos que tiene mucho dinero válgase la redundancia pero lo que no vemos es el intercambio implícito en su riqueza dígase lo que tuvo que hacer para tener susodicho resultado, muchas veces es a costa de su salud o de su familia. En fin todos hacemos un intercambio. Siendo el primer y común costo de cada intercambio el del tiempo.
Lo que queremos implícitamente recoge lo que no tendremos, esto parte de la realidad de que no podemos tenerlo todo porque el tiempo y los recursos son finitos. Lo importante es que intercámbienos aquello que para nosotros no es tan importante por lo que si es importante.
Al final la vida nos da justamente lo que queremos. Es por ello qué veo a cada quien como alguien exitoso pues tiene algo mejor que yo, eso en lo que es mejor que yo tal ves no sea tan importante para mi y por ello lo intercambié y no lo tengo.
Hay que tener cuidado cuando damos un consejo como “sal de ese campo, pues no se progresa” porque haciéndolo estamos imponiendo una meta determinada, pues salir del país es un intercambio: un futuro mejor (quizás) pero a costa de dejar familia y amigos y quizás ese sea un intercambio muy caro para quien recibe ese consejo. Esa ama de casa que tanto es criticada por las feministas es exitosa, pues ella intercambio desarrollo profesional por familia que es más importante para ella, por eso tiene la bendición de criar y ver crecer a sus hijos también funciona para atrás esa feminista que nunca se caso pero hizo millones también es exitosa.
Esto plantea la verdadera pregunta. ¿Que queremos y que no? ¿Que queremos recibir y que planeamos dar? Los cálculos al final deben de darte de manera que tengas lo más importante y deseches lo menos importante para ti.