Hoy Reflexionando sobre la semana que termina hoy, no pude evitar ver lo parecido de mi semana con la vida en general en República Dominicana.
El primer día a fui a una oficina vestido en traje, recibí un buen trato de parte de todos, desde el parqueador que agradeció mi visita refiriéndose a mi como “Don” hasta la recepcionista que me brindó “café o te”. Vi esas demostraciones de amabilidad y de cultura laboral positiva de manera sospechosa, pensé por un segundo que no era cordialidad, sino un fruto de un pennsamiento transaccional donde todos ven cada interacción como una inversión pero recapacite y Regañándome a mi mismo por mi pensamiento seguí mi día.
El martes fui a boxear en el centro olímpico, uno de los muchos deportes en los que mi país se ha destacado, tenemos muchos talentos y uno de ellos en una pelea de práctica me propinó un puñetazo en el ojo izquierdo, coloreando mi párpado con un morado negroso. Al salir del lugar como es natural debía de tomar la avenida, por lo que decidí esperar que pasara una larga fila de automóviles para adentrarme en mi carril, una vez iniciada mi acción me percate de una camioneta que a unos 100 metros de mi posición empezaba a acelerar con la clara intención de pasar antes de que yo logre terminar de meterme pero al ya estar con la nariz de mi vehículo en medio decidí proseguir mi acción por lo que el conductor de la camioneta, ya con velocidad, se vio en la necesidad de frenar. Unos 200 metros más adelante me llamo la atención la bocina de la susodicha camioneta, el conductor bajando el vidrio y alterado empezó a insultarme, aunque estaba sorprendido decidí ignorarlo, pero el conductor yendo un paso más allá orilló su camioneta y bajo, Dios sabra para que, yo creo que para pelearse a los puños conmigo, no puedo confirmarlo ya que haciéndome como que no es conmigo, me fui.
El miércoles en la mañana fui a hacer Kite-surf a un lugar paradisiaco, aunque es un paisaje típico de mi pais ese día fue Las Salinas: un lugar con una mezcla de azules conformado por la tonalidad pintoresca del cielo , el oscuro azul Del Mar profundo y el azul turquesa de la orilla de la playa. Todo combinado con un horizonte de montañas de un verde-marronesco cuya superficie le era decorada por un parque eólico. Pensé en compartir en mis redes sociales mi experiencia y mi vista pero preferí no hacerlo por temor a que las personas que me siguen se sintieran insultadas, viéndose en la necesidad de con rencor atacarme mediante pensamientos y comentarios como “no trabaja” o “vive de mami y papi” por el hecho de que un día de trabajo estaba haciendo una actividad divertida.
El jueves con mi ojo morado y sin el traje volví a la oficina a la que fui el lunes, noté el cambio en la cultura laboral desde el parqueador que no apareció hasta la recepcionista que no me ofreció “cafe o te” pero que si me propuso esta vez dejar mi cédula en la entrada. El mismo día pero de noche un policía con una inconformidad visible me había parado en las cercanías de mi casa, para “un chequeo de rutina” refunfuñando me dijo, mientras su compañero alejado en el motor de la patrulla esperaba. El policía parecía estar buscando algo específico entre mis asientos, me pidió los papeles del vehículo y mis documentos. Una vez pasado el examen de verificación El policía se fijó en mi ojo y me pregunto como me había pasado, le expliqué qué fue haciendo boxeo de pronto el policía cambio de humor y me reveló que él también en su juventud boxeaba, me pregunto donde entrenaba y me sonrió. Luego de escucharme El policía me explicó que no le estaba yendo muy bien y me pregunto si tenía algo por ahí que pudiera darle, yo procedí a darle dinero y nos despedimos. No pude evitar preguntarme qué me hubiese pasado si hubiera encontrado algo fuera de orden.
El sábado fui a la playa a hacer kite-surf y lleve a mi novia para que me viera. Al llegar y organizar todo me vi en un dilema: debía abrir las sillas en una gran sombra donde estaban todos o en otra sombra más pequeña en la que no había nadie. Fue una decisión difícil ya que estaría por lo menos dos horas ausente y ella estaría sola. El meollo no era su seguridad pues estábamos en una playa pública rodeada de personas era el hecho de que los hombres de allí viéndola cerca y sola empezaran a molestarla con conversaciones no solicitadas.
El domingo lo tome para limpiar mi casa, es una casa grande que hace que me tome al menos medio día limpiarla y esta ubicada en un buen vecindario. Al terminar con el interior comencé a limpiar la marquesina procediendo a hacerlo desde la parte más cercana de la casa hacia afuera. Cuando por fin me encontraba en la última etapa cerca del portón de la entrada ya con las últimas hojas se me acerco un motorizado pidiéndome ayuda con unas direcciones, luego de preguntarme si por aquí había un negocio de aparatos musicales me amenazo tranquilamente con matarme si me movía. Me mostró su pistola y me dijo que le diera todo lo que tenía, yo consciente de la posibilidad de reponer lo material le entregue mis cosas tranquilamente. El atracador sospechando que aún llevaba más cosas me dijo que me bajara el pantalón y le mostré que no llevaba más nada, este me dijo que me diera media vuelta y que caminara hacia mi casa como si nada, en el proceso desaparecio. Pensé en ir al destacamento policial de mi zona y poner una denuncia pero pensé bien y no lo hice.