Últimamente los influencers famosos están en el filo de la navaja, por promover negocios fraudulentos.
El influencer quien cumple con la tarea de estar en las redes, tirarse fotos, hablar a la cámara, aportar valor, crear una comunidad ,duélale a quien le duela, esta haciendo su trabajo y por tanto debe de monetizarlo. Ahora bien al no disfrutar de un sueldo debe de buscársela y La manera más popular de hacerlo es a traves de la publicidad.
Esto es importante pues delimita el problema de manera sencilla y clara. Un influyente no es consultor de negocios, es un medio de promoción. Su trabajo se queda al margen del servicio. Si bien sería bonito que los influencers chequearan a quien le trabajan, hay que ser realistas, no es posible hacerlo. Estas personas no tienen la pericia empresarial para saber si algo es fraude (nisiquiera el estado) y reciben demasiados recados como para hacer de las investigaciones algo sostenible.
Creo que las personas que exigen responsabilidad a los influyentes por algún negocio fraudulento son personas envidiosas de las grandes sumas que le pagan por “subir fotos”.
Cuantas personas no hay por ahí con grandes conocimientos de marketing y no ganan un peso. Cuantos seres capaces existen con la facilidad de replicar el contenido que hace un influencer y no reciben likes. Ven el problema. Creo que esta fricción seguirá hasta que el sistema sea justo.
La envidia seguirá buscando justificaciones para fiscalizar al que está en bonanza “sin esfuerzo”.